Las bondades de su clima, la gran cantidad de días soleados, la frescura de sus noches, los suelos pedregosos y la altitud sumado al esfuerzo, tenacidad e inteligencia de sus habitantes han colaborado para que Mendoza sea reconocida como una de las regiones vitivinícolas del planeta. 
Sus bodegas han llegado a límites de excelencia produciendo vinos de las más altas gamas. Todo esto ha impulsado un nuevo concepto turístico en la región donde este magnifico elemento es el centro y señor de la actividad. 
Los caminos del vino es una de sus más fascinantes opciones que permiten al visitante encontrar la excusa adecuada para visitar “La tierra del sol y del buen vino”, como se sabe llamarse. Reconocer los aromas, descubrir nuevos sabores rodeado de viejos viñedos hace que el turista entendido o no disfruten por igual. 

Pero los encantos no terminan aquí. Es necesario aprovechar toda la potencialidad turística que ofrece la región con sus paisajes y actividades de alta montaña. Viaje espectacular, si los hay, que le permitirá vivir hermosos paisajes como el Valle de Potrerillos, el Puente del Inca o el mirador del Aconcagua. Todo esto y mucho más hará las delicias del viajero inquieto que se aventura en su geografía de fuertes contrastes. Tampoco podemos olvidarnos que es la escala obligada para el que quiera emprender, por tierra, el paso a través de los Andes hacia el país vecino, Chile. 

Mendoza es una de las ciudades más antiguas del país, de gran movimiento pero que no pierde su aire provinciano una vez que nos apartamos de su centro. Es ciudad de congresos, sede permanente de convenciones y de importantes simposios tanto nacionales como internacionales gracias a la magnifica estructura con que cuenta.